Allá abajo, cerca de la frontera, vive El Churito; de hecho, si existiera un camino directo, la frontera estaría muy cerca, pero no hay camino directo, y tampoco habría como, porque la zona en la que está enclavada, La Paz, es sumamente montañosa; tan solo un camino de tercer orden los comunica con Yacuambi, la capital del cantón, hacia el norte y con Zamora, la capital de la provincia al sur.
Durante el camino, varias comunidades sin anuncios de bienvenida, observan tranquilamente pasar al viajero: Napurak, Chapintza, Curiaca, El Kiim y Muchime son unos cuantos ejemplos de comunidades Shuar que viven en una permanente lucha por mantener su forma de vida en armonía con la naturaleza, desafiando a la incesante tentación del "desarrollo occidental"
Allá abajo, decía, está La Paz, es la cabecera parroquial y por tanto el pueblo más importante de la parroquia; su extensión de cerca de 10 manzanas no les ha impedido contar con un pequeño pero digno centro comunal con cancha de básquet y todo, así como con un pintoresco malecón a las orillas del Yacuambi.
Allá abajo gobierna "La Presidenta", mujer joven, llena de vida y coraje que supo enfrentar las adversidades de un infame viaje a Italia y de donde regresó con más ganas aún de hacer bien las cosas por su tierra; junto a ella están sus incansables lugartenientes: doña Mary y doña Julia. Después de saludarlas por primera vez, viéndolas tan atentas y dulces, no podrías creer sus anécdotas de lucha y resistencia, más meritorias aún, si se considera que ésta es una tierra dirigida y dominada en su mayoría por hombres.
Y allá abajo, como creo que ya lo dije antes, vive El Churito.
Tiene aproximadamente 5 años, pelo negro que cae sobre su frente y es hijo de doña Mary, cuando pasamos por la polvorienta carretera, sale de su casa y se pone a correr tan rápido como se lo permiten sus pequeños pies descalzos.
- Hola Pedrito! Grita con una gran sonrisa
Y Pedro consigue sacar su largo brazo del Niva que conduce y grita:
- Hola Churito!
No quise comentar nada, pero al día siguiente cuando me encontré con doña Mary, le dije:
- doña Mary, comprendo que pueda tener problemas económicos, pero vea como le consigue unos zapatos al Churito: si quiere y no se ofende yo le ayudo, pero fíjese que ese pobre niño se puede golpear o cortar, además anda entre los charcos sin zapatos y se puede enfermar
- Ay Ingeniero - me dijo aún cuando no soy ingeniero - me da vergüenza porque todo el mundo me dice lo mismo pero, si viera, ese niño tiene zapatos, tiene varios pares, pero no los quiere usar.
- Es cierto - dijo Manuelito "mil-usos" que pasaba por ahí. – Al Churito le ponen zapatos y se cae.
Me causó gracia el comentario y aún un poco desconfiado, saludé y me subí al Niva en donde ya me estaba esperando Pedro para continuar nuestro trabajo.
El sábado siguiente La Paz estaba de fiesta pues había matrimonio en el pueblo y se celebraba por lo alto; La Presidenta nos advirtió que no podíamos faltar, la fiesta sería en la casa de doña Mary y estaba todo el pueblo invitado.
Acudimos temprano para ofrecer nuestra ayuda y ahí, entre la gente que se afanaba llevando sillas, moviendo mesas y colocando adornos, reconocí al Churito. Digo lo reconocí porque estaba irreconocible, peinado con raya al lado, camisa y unos nuevos y muy bien lustrados zapatos de vestir. No pude dejar de sorprenderme y le dije a Pedro:
- Mira al Churito, está con zapatos y no se cae
- Ojalá le duren, contestó Pedro mientras le sonreía cariñosamente al niño
Nuevamente sonreí incrédulamente y entre los arreglos del momento y la fiesta después ya no volví a ver al Churito esa noche.
Lo recordé, eso sí, unas horas más tarde, cuando salíamos de la fiesta y agradecíamos por tan buena comida y tan agradable hospitalidad. Mientras terminábamos de despedirnos en la puerta de la casa de doña Mary, me pareció ver brillar algo en el basurero de la esquina. Intrigado me acerqué y no pude menos que soltar una carcajada...
Porque en el basurero, a pesar de los esfuerzos infructuosos del niño por ocultarlos, brillaban con la luz del farol los lustrados zapatos nuevos del Churito.
Así es La Paz, así es Yacuambi y su gente: el Alcalde, la Presidenta, doña Mary y doña Julia; así es Marco Vinicio, el cantor, y Manuelito mil usos, así es esa tierra bendecida por Dios y así son las historias de toda es buena gente, que me propongo narrar, si es que Ustedes están de acuerdo...
Comments
Gracias Hernán, que bueno que nos encontremos en esta tarea juntos. ¡Vamos por ello!
Gracias por hacernos viajar a dichos lugares con tu relato
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